Un Dios Asombroso y la Gente que Él Usa

¡Qué jornada ha sido esta! Dos años completos de residencias pastorales. Sí, dos años de preparación, crecimiento y aprendizaje en formas que nunca imaginé. Como plantador de iglesias entrando en territorio desconocido, siento la necesidad de hacer una pausa y dar testimonio de la bondad de Dios y de la generosidad de Su pueblo.

Fuente de Esperanza se está preparando para lanzar oficialmente el 21 de septiembre. Y a medida que se acerca la fecha, también llegan las preguntas: ¿Estamos realmente listos para amar bien a las personas? ¿Estamos listos para invertir nuestro tiempo, recursos y finanzas en una comunidad a la que Dios claramente nos ha llamado a servir?

Algunas preguntas que rondan la mente de casi todo plantador de iglesias son:
¿De dónde vendrán los recursos? ¿Podremos sostenernos con lo que está entrando?
¿Tendremos lo suficiente para mantener las luces encendidas y cubrir nuestras necesidades básicas? ¿Cómo puede una nueva iglesia competir en un área llena de iglesias establecidas que ya están prosperando?

Cada jornada de plantación es diferente, y cada respuesta varía según el contexto. FDE no es la excepción. Quiero compartir una historia reciente que espero anime a otros, especialmente a quienes están en medio del proceso de plantación o luchando con el llamado a dar el paso de fe.

A medida que nos acercábamos a la fecha de lanzamiento, preparamos una lista clara de necesidades básicas para poder comenzar bien desde el primer día. Con la ayuda de dos personas del equipo inicial que tienen talentos dados por Dios, organizamos todo y creamos una forma sencilla de compartir esas necesidades con amigos, familiares, iglesias locales y socios potenciales.

La respuesta fue abrumadora.  En menos de 8 horas, casi todo en la lista fue cubierto.

Esto no fue una estrategia de mercadeo. Fue una presentación honesta y humilde de necesidades reales ante el pueblo de Dios. Y ellos respondieron con una generosidad radical. Es solo uno de los muchos recordatorios de que Dios es fiel y que Él mueve a Su pueblo a la acción.

A mis hermanos que están plantando iglesias o discerniendo si deben dar el siguiente paso, les digo, esto no es una fórmula. Pero aquí hay tres principios esenciales que he aprendido de primera mano en esta temporada:

  1. Relaciones intencionales con la iglesia local. No puedes hacer esto solo. Necesitas el respaldo, la sabiduría y la colaboración del cuerpo de Cristo.

  2. Relaciones intencionales con tu equipo inicial antes del lanzamiento. No pases por alto esto. Invierte en ellos. Camina con ellos. Construye unidad desde temprano.

  3. Mayordomía fiel de los recursos que Dios ha provisto. Sé sabio, transparente y ten una mentalidad del reino al administrar lo que se te ha confiado.

Uno de los mayores regalos de esta temporada ha sido la claridad. No solo sobre lo que estamos haciendo, sino sobre cómo estamos llamados a hacerlo. El último mes de mi residencia me permitió reflexionar sobre todo lo que Dios ha hecho, no solo a mi alrededor, sino dentro de mí.

Hoy más que nunca entiendo que plantar una iglesia no se trata de carisma ni ingenio. Se trata de fidelidad. Se trata de construir algo real, con personas que te conozcan de verdad, no solo la versión pulida, sino también la versión rota, necesitada y dependiente de la oración. La verdad es que todos necesitamos personas en nuestra esquina que oren por nosotros, nos hagan las preguntas difíciles y nos recuerden lo que es verdad cuando nosotros lo olvidamos.

Un pastor nos advirtió una vez: “No te aísles en el ministerio. Ahí es donde las cosas empiezan a ir mal.” Él lo llamó la “mentalidad de trinchera”: la necesidad de tener personas a tu lado en la batalla. Esa imagen se quedó conmigo. Plantar una iglesia es entrar en una zona de guerra. Y si he aprendido algo, es que el fruto duradero viene del sacrificio compartido, la comunidad intencional y la claridad del evangelio.

Eso es lo que estamos orando; que Fuente de Esperanza llegue a ser una iglesia marcada por el discipulado relacional, la transparencia y una humildad que refleja a Cristo. Una iglesia donde nadie camine solo, y donde el evangelio no solo se proclame desde el púlpito, sino que se viva en los hogares, cafeterías y la vida diaria. Para plantar ese tipo de iglesia, necesitamos más que una fecha de lanzamiento. Necesitamos amor, unidad y una profunda dependencia de Dios.

Esa es la cultura que estamos comprometidos a construir. No una iglesia perfecta, sino una iglesia fiel. Porque al final del día, todo se trata de Jesús.

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